Quizás te pasa que en estos días te sientes especialmente ansioso/a y estás experimentando uno o varios de estos síntomas:
¿Es así como te sientes? Pues si, se trata de características de la ansiedad, y entiendo que sea molesto, que te genere malestar incluso sufrimiento, y que no quieras estar así más tiempo.
Como soy partidaria de llamar a las cosas por su nombre, permite que te comparta algo, todo lo descrito es necesario para vivir. Si, puede que te sorprenda, incluso rechaces esta idea, y sin embargo voy a insistir: Tener ansiedad en algunos momentos es completamente normal. ¿Y por qué? Porque estas reacciones, estos mecanismos, nos han permitido sobrevivir a lo largo de la historia del hombre, vienen impresos en nuestro ADN para permitirnos anticipar y superar situaciones de peligro.
Es decir, ante una situación percibida como amenazante, de miedo, el cuerpo prepara nuestra artillería. Activa el ritmo cardíaco para que nuestras extremidades puedan salir corriendo o luchar (hombros cargados), corta los procesos no imprescindibles para sobrevivir (digestión), y activa el modo “instinto” donde es necesario actuar y rápido (la parte cortical que podría analizar si el tigre hambriento que corre hacia nosotros, es una especie en extinción, a la que proteger… se bloquea) se pone en marcha el modo “actúa” y esto impide concentrarnos en este tipo de reflexiones mentales… Y por supuesto, ¡no te deja quedarte dormido!
¿Te parece que tiene sentido?
Al mirar así hacia esa ansiedad, se hace imprescindible entonces hacer una reinterpretación.
Una respuesta de ANSIEDAD ante una amenaza (despido, enfermedad, peligro, etc) es, “sencillamente” una respuesta de ACTIVACIÓN natural del cuerpo.
Y entonces ¿por qué me hace sentir como si me fuera a morir? Bien, pues hasta aquí, nuestra reacción más primitiva, más –mamífera- . Cuando experimentamos estas reacciones del cuerpo, lo que entra en funcionamiento es esa parte de nuestro cerebro analítico, “racional” que necesita dar explicación a lo que sucede, ponerle nombre, etiquetarlo, y es ahí donde se INTERPRETAN estos síntomas.
Algunos de nosotros le asignaremos un valor “negativo” o social, por el que en lugar de mirar al tigre, -vamos a traducirlo por jefe, empresa, posible despido, no poder expresar mis necesidades, miedo a quedarnos solos, a la muerte, etc, etc – para enfocarme en la causa, lo que dispara esa activación, pasamos a dirigir la atención a los síntomas, creyendo que son la causa.
Y si crees que van a pasar solos por arte de magia pues… probablemente no.
Hay que tener en cuenta que al dar este significado, nuestro sentido de valor – identidad personal queda más protegido, es decir, conseguimos mayor apoyo social y del entorno, porque está mejor visto y nos es más fácil hablar del estrés o ansiedad que nos crea el trabajo, que del pavor que me da ser despedido o de mi miedo a morir por ejemplo.
Y es así como se convierte entonces en un círculo vicioso de impotencia, frustración, y ataques de pánico, ante esa terrible de falta de control sobre los que nos sucede.
¿Te parece que tiene sentido?
Entonces… ¡son buenas noticias! Porque quizás, acabas de descubrir cómo es posible regular o manejar esa activación (si, porque a estas alturas ya sabemos mucho más) y existen distintas técnicas y maneras de lograr que ese terrible monstruo se convierta en algo distinto, algo que podemos manejar y entender.
Qué hacemos desde la Terapia psicológica o Coaching, identificamos juntos tus detonantes, esas situaciones actuales o pasadas que generan esa ansiedad, y usamos técnicas a tu medida y según tu situación y necesidades, para juntos, dar la bienvenida a una vida con mejor bienestar y control para ti.
¿Te apuntas?