¿Cuál sería tu primer pensamiento?
Nos han enseñado a creer que lo negativo equivale a lo realista y que lo positivo, no es realista, pero… ¿te has parado a pensar si es realmente así?
Nuestro cerebro está condicionado para la supervivencia, detectar y valorar riesgos. Bien, se entiende, es una respuesta inconsciente que tiene una finalidad. Y a partir de ahí, ¿dejamos que esa respuesta aprendida, reactiva, siga al mando de nuestra realidad?
“Ya sólo me queda medio pastel”, puedo decirme mientras me siento compungido, quejoso, con pena por mí mismo… lamentándome de mi infortunio y escasez. Desde luego es una manera en que muchos de nosotros enfrentamos muchas situaciones en la vida. Viviendo el hoy desde la memoria de lo “perdido” o dejado atrás, nuestras historias enturbiando el momento presente. Nos llenamos de “realismo” valorando lo que sucederá a partir de las peores situaciones, imaginamos y traemos al presente, incluso lo lanzamos al futuro, repleto de los peores escenarios y justificamos esa actitud en “lo realistas” que somos. Como si fuera una salvaguarda o justificación para mantenernos atascados en el límite de posibilidades de la historia pasada, de lo que creemos o peor, de lo que nos han hecho creer que es ese “realismo”.
Y naturalmente, está la otra opción, “Uhmmm, qué delicioso trozo de pastel puedo disfrutar”
Si tu eres una de esas personas, ¿no te ha pasado soportar ese “tu siempre tan optimista” dicho con ese tonillo cargado de reproche?
¿Sabes qué? Resulta que desde ese mismo AHORA, el mismo momento presente, ¡podemos elegir – y disfrutar optimistas- de nuestro propio momento “realista”! Si, si. Elegir mantenernos positivos soltando el peso y el freno de lo vivido nos permite partir de las posibilidades, de la creatividad, de las nuevas ideas y opciones. Frescos y con energía libre de lastre.
Lo que elijo vivir, ver, tocar, experimentar, con plena consciencia e intención es lo que decido que es la realidad, mi realidad y desde ahí, uso mi energía, elijo usarla en crear alternativas positivas porque, siendo realista, también son posibles, son una opción más y, si creo en ellas, estoy dando los pasos necesarios para que se materialicen, para que sean REALES.
En el pesimista solo hay 50% de medio vacío, en el optimista está medio lleno, medio vacío, y todo lo que se te pueda ocurrir, es ahí que todo es “realmente” posible. Vemos la vida en 360º repleta de potenciales perspectivas y lo mejor, disfrutamos MÁS de ese pastel que nos está esperando!
¿Te apetece seguir pensando que los pesimistas son más realistas?
Photo by Danielle MacInnes on Unsplash