RELACIONES DE PAREJA ¿Por qué discutimos siempre por lo mismo?

El circuito emocional que se activa en la pareja

Puede que tú y tu pareja llevéis tiempo repitiendo los mismos enfados, las mismas frases, los
mismos silencios… Y aunque sabéis que os queréis, algo se activa y os lleva a chocar una y
otra vez.
Lo que está ocurriendo no es casual: es un circuito emocional automático que se pone en
marcha dentro de cada uno. Y entenderlo, cambia todo.

Lo que pasa por dentro (aunque no lo parezca):

1- Primero, se activa una herida sensible

Todos tenemos dentro partes muy vulnerables que arrastran heridas del pasado: el haber sido
ignorada, o haberse sentido sin valor, o no tenido en cuenta… Una parte sensible que quizás,
lleva tiempo cargando con ese dolor. A veces, sin darnos cuenta, algo que dice o hace nuestra
pareja toca una de esas heridas.

Por ejemplo:

No me preguntaste qué opinaba, decidiste tú solo/a.

Y sin darte cuenta, una parte tuya se siente como aquella vez en que nadie te escuchó, o
cuando sentías que no contabas para nadie.

Esa parte se siente triste, ignorada, no valorada. Pero no suele salir a hablar directamente.
¿Entonces qué pasa?

2- Aparece una parte protectora

Como ese dolor es muy fuerte, para no sentirlo, salta una estrategia como una forma de
defensa, otra parte dentro de ti reacciona rápido para protegerte. Y lo hace como puede: a
veces con enfado, con crítica o acusando, echando en cara al otro lo que ha hecho.

¡Siempre haces lo mismo! ¡Nunca me tienes en cuenta!

En el fondo, lo que esa parte quiere es: “¡Mírame, escúchame, dame un lugar!”
Pero lo dice desde la rabia o la exigencia… y claro…

3- Tu pareja también se activa

Tu pareja, al escuchar eso, se siente atacada, injustamente culpada, rechazada o no valorada.
Y se activa también su sistema interno: sus propias heridas, sus propios miedos.

Y entonces, aparece su parte protectora: puede defenderse, cerrar la puerta emocional,
justificarse o incluso contraatacar.

¡Es que no se puede hablar contigo! Siempre estás buscando pegas.

Ahora ya no son dos personas hablando… Son dos partes protectoras peleando, y ambas están
defendiendo a una parte herida que sigue sin ser vista.

Y así, se forma el bucle
Ambos estáis dolidos por dentro. Ambos os estáis defendiendo. Y sin quererlo, ambos os
alejáis más.

Ninguno queréis herir realmente al otro. Esto no es falta de amor. Es que vuestras partes que
quieren evitar a toda costa el dolor de la antigua herida, están gritando porque no saben otra
forma de protegeros.

Pero… detrás de todo eso, hay partes arrastrando heridas, que lo único que quieren es … ¡ser
vistas y escuchadas!

¿Qué se puede hacer entonces?
Aquí es donde el modelo IFS (Internal Family Systems) nos da una clave muy potente:
Hay una parte más sabia dentro de ti, que llamamos el Self, nuestra esencia. Es desde ahí que
se puede observar lo que está pasando, con perspectiva, con empatía. Para calmar las aguas y
hablar desde un lugar de serenidad, curiosidad y compasión.

Desde ahí, puedes:

✔️ 1. Reconocer lo que se activó
“Creo que se activó en mí una parte que odia sentirse invisible.”

✔️ 2. Dar espacio a la herida sin que la parte protectora tome el mando
En vez de atacar, puedes decir:
“Me dolió no sentirme tenido/a en cuenta. Me gustaría que habláramos de eso.”

✔️ 3. Escuchar lo que hay detrás de la reacción del otro
“¿Te sentiste juzgado/a? ¿Hay algo que necesitas que entienda?”

Cuando habláis desde el Self y no desde las partes defensivas, podéis hacer algo muy
poderoso:
✔️ Reconoceros
✔️ Conectar desde la verdad emocional
✔️ Salir del bucle y empezar a reparar

Recordad, no es que no sepáis comunicaros. Es que cada uno está intentando proteger a su
parte más herida, pero sin herramientas.

El primer paso no es hacerlo perfecto, sino poder escucharnos, a nosotros mismos, identificar
y reconocer nuestra propia herida, para poder expresarlo, decir lo que nos pasa sin culpar, y
escuchar sin defendernos. Expresarnos desde nuestro centro más sabio, adulto y compasivo,
en lugar de reaccionar, Desde ahí, todo empieza a cambiar, podéis conectar y construir una
relación más sólida.

La imagen «Los niños que aún nos habitan»

Dos figuras humanas, hechas de estructuras metálicas huecas, están sentadas espalda con
espalda. Sus cuerpos, aunque grandes y poderosos, están encorvados, pesados por el orgullo y
el dolor. El uno parece haber gritado, el otro guarda silencio con lágrimas invisibles. Entre
ellos, un campo árido, como el espacio que los separa tras la discusión.

Pero dentro de esas figuras, hay dos niños hechos de luz. No tienen forma completamente
definida, solo son energía pura, mirándose a través de la jaula del dolor adulto. Sus pequeñas
manos se extienden, tocándose a través del metal, como diciendo: «Aún estoy aquí.»

Ellos no conocen la rabia, solo sienten la herida de no ser vistos, de no ser abrazados. Mientras
los adultos se hieren con palabras como espadas, los niños internos solo anhelan amor, juego,
ternura. Ellos son la esencia pura que clama reconciliación.

En el cielo, una luna llena observa en silencio, como si supiera que la verdadera batalla no está
entre ellos, sino entre lo que han vivido y lo que aún pueden sanar.

Esta representación busca mostrar que detrás de cada conflicto en una relación, muchas veces
lo que habla no es el adulto maduro, sino las heridas del niño interior. Y lo que ese niño
necesita no es ganar la discusión, sino sentirse seguro, amado y visto.

Comparte